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Obispo Malooly: Carta para el Domingo de Pascua 2020

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De verdad estamos pasando por un tiempo muy penoso. En las primeras semanas de Cuaresmo el virus Covid-19 nos encerró en nuestras casas, cerró nuestros negocios y tapó las puertas de nuestra Iglesia. Ya no podíamos asistir a la celebración pública de la misa; nos fue negada casi completamente la experiencia de recibir el Sacramento. Ya no podíamos reunirnos como comunidad de fe para orar juntos la Vía Crucis o hacer el Peregrinaje Juvenil por las calles de Wilmington. Siguen esperando nuestros candidatos y catecúmenos el ingreso en nuestra amada Iglesia.

Obispo Malooly

Sin embargo, como pueblo de fe sabemos que la Cruz no es el fin de la historia. Es más, la Cruz del Calvario nos trajo el don más grande que jamás recibiremos: el amor de Dios derramado sobre todos sus hijos, un amor que sigue llamándonos por nombre, que nos recuerda que nunca estaremos solos en medio de nuestros apuros y sufrimientos. Con Cristo, nunca estamos a solas.

Mientras continuamos este viaje, plagado de muchas preguntas y gran incertidumbre, nunca perdamos de vista las maneras de que el amor de Cristo Resucitado sigue operando dondequiera que nos encontremos: en los vecinos que hacen las compras para los confinados a casa, en el amor heroico desde los miembros de la profesión médica hasta los cajeros de supermercado, en nuestros funcionarios electos y públicos, en el clero y en el personal de las escuelas católicas que con nuevos y dinámicos métodos siguen dedicándose a la enseñanza de la fe y a la formación de nuestros jóvenes, y en todos los que siguen rezando y haciendo sacrificios para que reine la paz sanadora de Dios en nuestro mundo durante estos días tan difíciles para nuestra Iglesia y sociedad.

Durante esta temporada de Pascua, recordemos que Jesucristo está de verdad resucitado y que sigue guiando a la Iglesia y sanando a nuestro mundo. Igual que esa primera mañana de Pascua, nos llama ahora a cada uno de nosotros, recordándonos que no tenemos nada que temer e instándonos a seguir viviendo la Buena Nueva en todo lugar y situación. Sigamos siendo Iglesia el uno para el otro, y que sea siempre “Aleluya” nuestro canto, aun durante este tiempo tan angustioso.

Ruego que nuestro Señor Resucitado siga llenándoles de paz y de alegría…

Obispo Malooly